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Los demógrafos reiteran que el colapso poblacional es la principal amenaza para la civilización

También en esto fue profeta el multimillonario Elon Musk, nuevamente desde su cuenta de Twitter, cuando advertía en mayo de un «colapso civilizatorio» como consecuencia de la sequía demográfica, y ya antes, en 2019, había advertido que «el mayor problema que enfrentará el mundo en 20 años es el colapso de la población».





No hace falta ser Sherlock Holmes para advertir que, desde hace ya bastantes décadas, el mensaje general de nuestras élites es que somos demasiados en el planeta y que cada niño que nace es, más que una vida humana digna de celebrar, una huella de carbono andante y un riesgo adicional para el medio ambiente. Desde la Agenda 2030 de la ONU a las «recomendaciones» del Foro Económico Mundial a los propios gobiernos nacionales, pasando por los grandes medios y los mensajes publicitarios de las multinacionales, la consigna es clara: tener hijos es una irresponsabilidad.


Pero lo curioso no es que este mensaje machaconamente repetido sea falso; lo curioso es que constituye el exacto opuesto de la verdad. En realidad, dos estudios demográficos recientes predicen lo contrario: que la población mundial alcanzará su punto máximo en las próximas décadas y a partir de ahí iniciará una fase de declive constante. Y, anuncian, irreversible.


España es, en concreto, uno de esos países que ya hace tiempo experimenta un verdadero colapso demográfico, y otro tanto puede decirse de Japón, Rusia, Corea del Sur y la mayoría de los países de Europa, por no hablar de China, que corre el grave riesgo de volverse demasiado vieja antes de hacerse lo bastante rica.


Por eso es sorprendente que el mensaje que llega de instancias internacionales parezca ser el opuesto. La ONU pronostica que la humanidad seguirá creciendo rápidamente el próximo siglo, pasando de poco menos de 8.000 millones en la actualidad a más de 11.000 millones en 2100. La inferencia de estas cifras es que la gente tiene demasiados hijos, el dato que usan para basar sus políticas de lucha contra el cambio climático y por la preservación del medio ambiente. El pasado mes de agosto, Naciones Unidas llegaron a declarar una “alerta” ante el peligro de superpoblación, y el banco de inversión Morgan Stanley afirmó en un informe que el movimiento dirigido a abstenerse de tener hijos en absoluto para evitar el deterioro del medio ambiente no hace más que expandirse.


Pero la realidad dibuja un panorama muy distinto. Una organización tan poco sospechosa de entusiasmo demográfico como la Fundación Gates ha publicado en la prestigiosa revista médica Lancet un estudio de investigadores de la Universidad de Washington en el que se predice que la población humana mundial alcanzará un máximo de 9.700 millones dentro de varias décadas y luego comenzará a disminuir. «Una vez que comience la disminución de la población mundial”, escriben los autores, «probablemente continuará inexorablemente».


El estudio de The Lancet proyecta que para finales de este siglo, China se habrá contraído en 668 millones de personas, perdiendo casi la mitad de su población actual, y la India perderá 290 millones. A pesar de todos los esfuerzos para revertir esta tendencia en China, incluida la eliminación de la política del hijo único y la provisión de incentivos para la crianza de los hijos, las parejas no cooperan; China experimentó su quinta tasa de natalidad baja récord consecutiva en 2021.


En The Epoch Times, el periodista Kevin Stocklin cita al economista Manoj Pradhan, coautor de “The Great Demographic Reversal”, cuando predice graves conmociones económicas, políticas y sociales debido a este colapso demográfico. «El futuro va a ser muy, muy distinto al pasado«, asegura, aunque ya podemos ver los primeros indicios en problemas tales como la alta inflación, la escasez de mano de obra y el sacrificio del bienestar económico para proteger a las personas mayores y vulnerables.


Según el estudio del Lancet, Asia y América del Sur se pondrán pronto al día con tasas de fertilidad similares a las europeas. África aguantará algo más, aunque ya está desacelerándose también en este sentido. Está previsto que Nigeria se convierta a finales de siglo en el segundo país más poblado del mundo, por detrás de India, con 585 millones de personas más. China sería el tercero y Estados Unidos, el cuarto. Japón, Rusia y Brasil desaparecerán pronto del Top 10.


Para que un país mantenga su población, las mujeres deben tener una tasa de natalidad promedio de 2.1 hijos. Ningún país se ha recuperado una vez que la tasa de fertilidad de un país cae por debajo de 2,1. En 2020, la tasa de fertilidad de EEUU fue de 1,6, la más baja de su historia. En Europa, de media, la fertilidad es de 1,5. Entre otros 10 países principales, el estudio Lancet informa que la tasa de fertilidad de Japón es actualmente de 1,3. La tasa de fecundidad de China oscila entre 1,3 y 1,5, según la fuente, pero algunas estimaciones la sitúan en 1,15 .


En Rusia, que tantos de sus jóvenes han mandado a invadir Ucrania, las muertes superan a los nacimientos y se prevé que pierda hasta un tercio de su población para 2050. No tendrá bastante jóvenes para poblar sus inmensos dominios, mucho menos para desplegar grandes contingentes de tropas.


En 1960, la mujer promedio en todo el mundo tenía 5,2 hijos. Hoy, ese número ha caído a 2,4 y se prevé que disminuya a 2,2 para 2050, apenas al nivel de reemplazo en todo el mundo. Para 2100, The Lancet predice que la fertilidad mundial será de 1,66 teniendo en cuenta las tendencias actuales de urbanización, educación de las mujeres, participación laboral y acceso a métodos anticonceptivos. Pasar de una tasa de natalidad de 5 a una tasa de natalidad inferior a 2, escribe Charles I. Jones, economista de la Universidad de Stanford, es la diferencia entre «un crecimiento exponencial tanto de la población como del nivel de vida y un planeta vacío, en el que los ingresos se estancan y la población desaparece». El informe de Jones de marzo de 2022, titulado «Consecuencias de una población en declive», describe lo que él llama el «resultado del planeta vacío», que presenta no solo una disminución de la prosperidad humana, sino también un agotamiento de la cultura, las ideas y la innovación. «El crecimiento económico se estanca a medida que el stock de conocimientos y los niveles de vida se establecen en valores constantes», escribe Jones. «Mientras tanto, la población misma cae a un ritmo constante, vaciando gradualmente el planeta de personas».


Fuente: La Gaceta

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